Allá por el
siglo XI, en la aldea de Zubiri, que atraviesa el Camino de Santiago en su
descenso de Roncesvalles, todos los lugareños trabajábamos incansables
con la ilusión de levantar un hermoso puente de piedra sobre el río Arga,
que facilitara el paso a los peregrinos. Sin embargo, parecía que un
extraña maldición impedía que concluyéramos aquella obra.
Extrañados por la dificultad de levantar el pilar central nos vimos
obligados a excavar en la roca que tenía que soportarlo. Para nuestra
sorpresa, encontramos los restos perfumados de una joven. Era nada menos
que el cadáver de Santa Quiteria, protectora de la rabia.
Puestos sobre
una mula y acompañados del festivo cortejo episcopal, los restos santos se
encaminaron en procesión hacia la catedral del reino a Pamplona. Al llegar al
lugar de Burlada, la mula se detuvo y no hubo forma humana capaz de hacerla
avanzar. Concluyó el cortejo que era decisión de lo Alto que Santa Quiteria
permaneciera para siempre en aquella villa caminera y allí se depositaron sus
reliquias.
Respecto al pilar central de nuestro querido puente de Zubiri, desde entonces hasta ahora ha ejercido su función sanadora de la rabia a lo largo de los siglos. Animales y humanos han curado o prevenido la enfermedad rodeándolo, y según se cuenta, no ha perdido su virtud taumatúrgica hasta el día de hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario