Etapa2. Puente la Reina – Viana (61,3 km)

El despertar en Puente la Reina, digno de recordar, amenizado por el canto del gallo del corral vecino que, aunque nosotros solemos madrugar, a éste se le había adelantado el reloj biológico.


Salida por el puente románico de Puente la Reina
La salida de Puente la Reina, a través de la Calle Mayor y atravesando el puente que le da nombre, es un auténtico lujo que permanecerá en mi retina mucho tiempo. Son las 7 de la mañana y acabamos de comer unos croissants recién hechos que nos han sabido a gloria.
Nada más cruzar el puente, giro a la izquierda y cruzar la carretera para continuar un buen rato paralelo al río Arga por su margen derecha, dirección a Estella. Enseguida toca girar hacia el noroeste, y el cambio de dirección conlleva afrontar una dura cuesta (muy dura, y acabamos de desayunar) bajo una mancha de pinar repoblado que muere junto a la A-12, la autovía del Camino.
Comienza, para mí, con diferencia una de las etapas más duras del Camino. No tiene puertos de montaña, pero es un constante subir y bajar, auténticos toboganes, que si hace calor (como era el caso), hace que todo esto unido al polvo del camino, convierta esta etapa en un infierno.
Hasta Estella no hay grandes dificultades que destaquen subiendo, pero siempre es “sube
Cirauqui
y baja”. Sin embargo, a la salida de Cirauqui (antes hay que atravesar el pueblo por rampas imposibles), encontramos otra trampa desconocida totalmente para nosotros. Con todo lo que he leído del Camino, con todo lo que se ha escrito en internet, ¿no se le ha ocurrido a nadie avisar de estos tramos más que complicados? Lo digo no por el esfuerzo que supone hacerlos, sino por el riesgo a veces innecesario que se corre al pasarlos. 
En este caso es un buen tramo de escalones de piedra de más de medio metro totalmente vertical, lo que obliga a echar pie a tierra constantemente. Eso sí, olvidando la dificultad y el riesgo que supone para las bicis, hay que valorar lo que supone pisar un retazo del pasado.
Calzada romana de Cirauqui
Se trata de un tramo de calzada romana y un puente de la misma época, transformado en el siglo XVIII, que cruza las aguas de la regata de Iguste.
Cirauqui tiene todo su encanto y explendor como pueblo que conserva buena parte de su traza medieval, plagado de caserones de sillar con blasones en los que se inscribe el nombre del propietario y la fecha de su construcción. Otra curiosidad a destacar es el paso del Camino original por debajo del Ayuntamiento, atravesando uno de sus arcos (donde se puede sellar la credencial en una mesa preparada al efecto en su interior).
Una vez llegados a Estella, bocadillo de jamón con tomate y una coca cola bien fresquita, que nos dejan como nuevos.
Estella fue poblada por francos gracias al Fuero otorgado por el rey Sancho Ramírez en el
Iglesia del Santo Sepulcro - Estella
1090. Merecen una visita el Palacio de los Reyes de Navarra del siglo XII y fachada porticada, 
la iglesia del Santo Sepulcro, y la moderna escalinata que conduce a San Pedro de la Rúa, iglesia de bella portada y mejor claustro que parece vencer las leyes de la gravedad.

Y para salir de Estella, nuevo calentón, hasta llegar (siempre subiendo) a las bodegas Irache, con su popular fuente del vino. Lo probamos, fotos de rigor, y a seguir camino hacia Los Arcos.
Fuente del vino en Bodegas Irache - Estella
Desde Estella hasta Villamayor de Monjardín hemos subido 240 metros en 9 km. Y ahora sí, 12 km, otra vez sube y baja, pero siempre picando hacia abajo, hasta Los Arcos.
Los Arcos conserva gran parte de su legado histórico y los antiguos hospitales de peregrinos de Santa María, Santa Brígida y San Lázaro han pasado el testigo a un buen número de albergues más modernos. Se llega hasta la plaza porticada de Santa María donde se ubica la iglesia del mismo nombre (s.XII), un monumental edificio en el que se dan cita desde el románico tardío hasta el barroco.

Volvemos a sellar la credencial en la Iglesia de Santa María. Sigue siendo una belleza cruzar esta población en bici, con el ambiente peregrino que siempre tiene en sus calles.
En esta Iglesia de Santa María de Los Arcos se produce un fenómeno lumínico similar al de San Juan de Ortega, en esta ocasión poco antes del solsticio de verano. La imagen de la Virgen queda iluminada por el sol y por única vez en el año.


Iglesia de Santa María - Los Arcos
Iglesia del Santo Sepulcro-Torres del Río
Hasta Sansol subidas suaves, y a sus pies tenemos Torres del Río, con una de las iglesias templarias más importantes de España, y mejor conservadas (S. XII, de planta octogonal, imitando el Santo Sepulcro de Jerusalén. Mantiene una torre adosada que pudo utilizarse como faro para guiar a los peregrinos).
Quedan unos tres km de subida constante pero llevadera, y otros siete de toboganes, esta vez más suaves, hasta Viana, final de nuestra etapa de hoy. Ducha reparadora, y a comer, que las reservas están en rojo.
En la terraza de cualquier bar se come estupendamente, en nuestro caso a los pies de la Iglesia de Santa María (S.XIII, con dimensiones y características propias como para ser Catedral), y a escasos metros de la tumba de César Borgia, en el suelo del atrio).
Por la tarde pudimos asistir a una visita guiada por la localidad, donde además de Santa María de Viana pudimos visitar la sala de cultura y las ruinas de San Pedro. Merece la pena. Un 10 para la guía de Turismo.


Ruinas de San Pedro - Viana
Iglesia de Santa María - Viana
En la iglesia de Santa María asistimos a la misa, y al igual que el año pasado, nos quedamos a la bendición del peregrino que realiza el párroco D. José María Ortiz (nos dijo que es natural de Artajona, si no recuerdo mal). Es el sacerdote que más se esfuerza en todo el Camino a la hora de impartir la bendición a los peregrinos tras la misa. Lo convierte en un ejercicio íntimo, participativo, y que cumple sobradamente con uno de los objetivos que a buen número de peregrinos nos mueve a iniciar esta experiencia. Un diez para D. José María Ortiz.


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