Roldan y el gigante Ferragut. Una
de las leyendas carolingias más extendidas en el Camino de Santiago es la que nos
cuenta la batalla entre Roldan y el gigante Ferragut.
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Y, ¿quién era
Ferragut? Se cuenta que era un paladín sarraceno, descendiente de Goliat y
originario de Siria que fue enviado por el Emir de Babilonia al mando de 20.000
hombres para combatir en Nájera al ejército cristiano comandado por Carlomagno.
Se dice además, que era de estatura gigantesca, muy fuerte e invulnerable.
Al enterarse de la
noticia, el Emperador dispone sus tropas en orden de marcha hacia Nájera y
cuando llegan, se encuentran de frente al ejército musulmán comandado por
Ferragut. En una escena que recuerda mucho al relato bíblico de David y Goliat
(cf. 1 Sam. 17), el gigante sirio reta a singular combate a cualquier cristiano
que quiera medirse con él. Carlomagno va enviando a sus mejores hombres, pero
todos sucumben ante el gigante. Viendo la situación, Roldán solicita permiso a
su tío para luchar y se le concede.
La lucha durará dos
días, estableciéndose treguas durante la noche. Primero combaten a caballo y
ninguno resulta vencedor pero sí muertas las cabalgaduras. Después de un
descanso reanudan la lucha a pie con espada y maza, terminando a pedradas y
puñetazos; pero tampoco se define un vencedor y viene una nueva tregua durante
la cual, Roldán y Ferragut entran en conversación acerca de la fe cristiana. En
un momento dado, el paladín sarraceno confiesa que su único punto débil es el
ombligo, cosa de la que el avispado Roldán tomará cumplida nota.
Aquí
hay que abrir un paréntesis porque necesitamos entender las reglas que regían
un combate como el que nos ocupa. Tal como aparece citado por Javier Hermoso de
Mendoza en su excelente trabajo, “Roldán y Ferragut. El Codex Calixtinus y
Carlomagno en Roncesvalles”:
“Entonces,
pactadas nuevas treguas, a Ferragut lo venció el sueño, y Roldán, caballeroso,
para que durmiera mejor, puso una piedra bajo su cabeza. Ningún cristiano se
hubiera atrevido a matarlo en aquellas circunstancias, pues estaba establecido
que si un cristiano concedía treguas a un sarraceno, o un sarraceno a un
cristiano, nadie le haría daño, y si alguien rompía la tregua sería ajusticiado”.
Cerramos paréntesis y
veamos lo que sucedió:
La lucha continúa,
aunque antes se ha acordado que aquel que salga victorioso profesa la verdadera
fe. En el fragor del combate Roldán cae al suelo y queda a merced de su
oponente; entonces invoca la ayuda de “Jesús, Hijo de la Santísima Virgen
María”, y cogiendo su daga la clava en el ombligo de Ferragut.
El adalid musulmán
sintiéndose herido de muerte exclama a gran voz: “¡Mahoma! ¡Mahoma! ¡Dios
mío! ¡Socórreme que muero!”; como así sucede. Viendo lo acaecido, los soldados
sarracenos toman el cuerpo de su líder y con gran consternación se lo llevan al
interior de la ciudad.
Mientras tanto, Roldán
y las tropas cristianas aprovechan la situación para atacar Nájera, conquistarla
y liberarla. Victoria que significaría la superioridad de la fe cristiana sobre
la musulmana.
Huelga decir que
estamos en el terreno de la leyenda, por lo que se pueden encontrar diferentes
variantes de la misma. Sea como fuese, era muy popular el cantar de
gesta “Cantar de Roldán”, que transcurre en lugares del Camino de
Santiago, y los lugares citados en el poema eran muy visitados por parte de los
peregrinos francos que realizaban el viaje y que no dudaban de ninguna manera
de la veracidad de los hechos y de los lugares de leyenda.
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