Etapa 3. Viana-Santo Domingo de la Calzada (59,6 km)
En Viana son
poco madrugadoras las cafeterías, así que a las 6,30 nos pusimos en marcha
rumbo a Logroño en busca del tan ansiado desayuno.
A medio
camino entre Viana y Logroño (prácticamente es una línea recta de 10 km.,
atravesamos la carretera por encima de un puente de madera, en cuya barandilla
superior algún peregrino grabó, a punta de navaja y mirando a Viana, “adiós,
Navarra”. Adiós a nuestra querida tierra, aunque la hospitalidad de La Rioja en particular, y en general de las comunidades que vendrán después, nos hacen sentirnos como en casa.
Puente de piedra - Logroño |
Entramos en
Logroño por el puente de piedra sobre el Ebro, de 1884 pero construido sobre
reformas del primitivo que se levantó en el siglo XI por Santo Domingo de la
Calzada y San Juan de Ortega. La entrada a
Logroño cruzando el Ebro y accediendo por la Rúa Vieja, donde se encuentra el
Albergue de Peregrinos, hasta la Plaza del Mercado, presidida por la impresionante iglesia de Santa Maria de La Redonda, es preciosa.
Antes, y puesto que nos encontramos el albergue de
peregrinos cerrado, entramos a sellar las credenciales al recinto de la Policía Municipal,
que está situado enfrente del albergue.
Santa María de la Redonda |
Y para
recrear la vista y los sentidos, desayunamos enfrente de la concatedral de Santa
María de la Redonda (S.XII). Un lujo poderlo hacer contemplando la majestuosidad de sus torres gemelas (encontraremos otra del mismo autor en la catedral de Santo Domingo de la Calzada).
Estatua del General Espartero-El Espolón |
Otro de los
grandes recuerdos del Camino es la salida de Logroño hacia Navarrete,
atravesando el parque de la "Ñ" y el estanque de la Grajera (construido en 1883
sobre una laguna con el fin de acumular el agua del río Iregua y regar las
huertas situadas al sur de la capital). Hoy convertido en un entorno recreativo
envidiable donde pescar, pasear, merendar, o simplemente descansar y relajarse.
Una mañana de
escándalo, y mucha gente paseando y haciendo deporte por todas las
inmediaciones de los parques.
Ya hemos
dejado Navarra, antes de entrar en Logroño, y se nota el perfil mucho más
suave. Hasta Navarrete es un paseo, a través de campos con viñas viejas que resulta
una delicia contemplar y circulando un buen tramo junto a una valla metálica
cosida por las cruces de madera que van dejando los peregrinos. Conforme nos alejamos, es inevitable pensar en todas aquellas personas que se han entretenido en tejer la cruz en la malla. Cada una de ellas tiene detrás una historia, una vida, una oración, una promesa que cumplir, un deseo...
Al llegar a
Navarrete, tras atravesar el puente de la AP-68, pasamos por las ruinas de la
Iglesia de San Juan de Acre, antiguo hospital de peregrinos fundado hacia 1185
por Doña María Ramírez, del que solo queda la planta de la iglesia y restos de
sus muros. Eso sí, a la salida de Navarrete nos encontramos con el cementerio,
cuya puerta principal y fachada frontal están construidas con las piedras originales
de San Juan de Acre, trasladadas una a una, y reproduciendo fielmente su
construcción original. El resultado es magnífico.
Antes, obligatoria parada en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de estilo renacentista (S.XVII), que cuenta con un espléndido altar mayor de estilo barroco. Se da la circunstancia además, de que desde el año 2018 cuenta con un gran incensario que emula al Botafumeiro, que aunque de menor tamaño, su vuelo, de tener la suerte de presenciarlo, nos puede trasladar a la catedral de Santiago y vivir su magia cuando el templo se impregna de incienso a cada paso sobre las cabezas de los fieles. Para poder verlo volar, habrá que ir a Navarrete en fechas señaladas, como el día de Santiago, la Virgen de la Asunción, etc., pero sin duda merecerá la pena.
En la misma iglesia aprovechamos para sellar nuestra Credencial, y junto a la entrada se encuentra un mural donde podemos poner una banderola en el mapa, situando nuestro lugar de procedencia. Una curiosidad más del Camino que nos permite dejar huella de nuestro paso.
Iglesia de la Asunción - Navarrete |
Monumento a la Navarretana |
En la pequeña plaza donde se sitúa la iglesia existen figuras de bronce que reproducen el oficio principal por el que es conocido Navarrete, la alfarería. Destacan la figura de bronce de tamaño natural llamada “La Navarretana”, que reproduce una mujer con el cántaro en la cabeza, y el alfarero en su mesa, también tamaño natural.
Guardaviñas |
Nos
encontramos también un típico “guardaviñas” en perfecto estado de conservación,
perfecto para otra foto como recuerdo de nuestro paso.
De Navarrete
hasta Nájera tampoco tiene dificultad alguna. Una vez allí, parada en la puerta
de la Iglesia Monasterio de Santa María la Real (Gótico S. XV). Se trata de la insignia
artística de la antigua capital del Reino de Navarra. Fundado en el año 1052, y
construido en la boca de una cueva, fue reconstruido en el siglo XV en estilo
gótico. Del conjunto sobresale el plateresco claustro de los Caballeros. En su
interior está el panteón donde están enterrados los Reyes de Navarra.
Detalle del Monasterio de Sta.María la Real |
Al salir de
Nájera nos espera una de las trampas ocultas del Camino. Un repecho que no debe
durar más de 1,5 km, pero que se hace eterno. Rampas de tierra y piedras
sueltas durísimas, mucho polvo, y por si fuera poco, mucho calor. Y desde
Azofra a Cirueña, se suben 180 metros en 8,5 km. Eso sí, lo peor nos espera poco
antes de entrar en Cirueña, una cuesta que avisa desde lejos que teniendo en
cuenta la hora solar a la que se llega, acaba dejando la boca pastosa.
No puedo
dejar de destacar mi percepción al llegar a Cirueña, afeada por una
urbanización y un campo de golf que desentonan en el paisaje circundante de
cereal, que ya en las proximidades de Castilla roba todas la hectáreas y
protagonismo a la vid.
Y desde
Cirueña hasta Santo Domingo son 5 km de bajada que se hacen rapidísimos.
Eso sí, al
llegar paramos a lavar las bicis en una estación de lavado, porque ya no se
veían los dientes de los piñones. Con las bicis relucientes, llegamos a nuestro hostal para seguir con el ritual.
Después de una merecida siesta, y como ya recomendaba en el S.XII el Codex Calistinus, paseo por Santo Domingo, visita a los dos paradores nacionales (sí, Santo Domingo de la Calzada tiene dos paradores nacionales) y a la tumba del Santo en la Catedral .
La actual Catedral de Santo Domingo de la Calzada se presenta ante el visitante como una amalgama de distintos estilos que van desde el románico de su cabecera, hasta el más puro barroco de su genuino campanario exento. Todo ello pasando por su cuerpo de naves plenamente gótico y las distintas reformas y ampliaciones de las que sería objeto durante toda la Edad Moderna, fruto tanto de restauraciones tras derrumbes o, simplemente, por el afán de sus distintos mitrados en adecuar la seo a los gustos y modas propias de cada momento histórico.
Y para terminar la tarde, recomendable asistir a misa en la coqueta y acogedora ermita de la Virgen de la Plaza, situada justo enfrente de la fachada principal de la Catedral. Construida con traza del S.XIV, y con fachada barroca actual, fruto de las reformas realizadas entre 1.710 y 1.750.
Catedral de Santo Domingo de la Calzada |
Ermita de la Virgen de la Plaza
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