Etapa 7. Sahagún – León (55 km)
Esta sí se
presenta como la etapa más corta, si bien al final tiene unos duros repechos al
llegar a León para romper a sudar si el día es caluroso como promete, pero sin
dificultad.
Desayunamos a
las 6,30 en punto en una cafetería que ya teníamos localizada y que nos coge de
paso en la salida de Sahagún, y partimos rumbo a León con la sensación de que
estamos enteros, y los km no hacen todavía mella en nuestras piernas.
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Arco de San Benito - Sahagún |
La salida de Sahagún es preciosa, dejando atrás el arco de San Benito, y no lo es menos el paso posterior del Puente Canto, sobre el río Cea, construido en el altomedievo (S.XII), y que sustituyó al puente romano que había en el mismo emplazamiento.
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Puente Canto sobre el río Cea |
Hasta El
Burgo Ranero todo es llano, circulando por un carril construido ex proceso para
los
peregrinos y sombreado a su izquierda por una fila de árboles sin fin, que se agradece
como un oasis ante tanta llanura de cereal al alcance de nuestra vista.
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Laguna Manzana - El Burgo Ranero |
Antes de
entrar en el pueblo nos encontramos con el crucero que recuerda a dos niños. Es
un pueblo pequeño, con casas de adobe, típicas de esta zona de Tierra de
Campos, y damos un rodeo circundando el núcleo de población hasta llegar al
albergue, junto a la “Laguna Manzana”. Al superar la laguna, en la salida hacia
León, asistimos al concierto de ranas que parece dan nombre al municipio.
En todo este
trayecto, rodeados de inmensas llanuras de cereal, en este caso todavía verde y
en todo su explendor, no podemos evitar hacernos la foto típica dentro de la
finca y con las espigas a la altura del pecho, como si se tratase de un inmenso
océano de trigo a punto de engullirnos.
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Oui, je suis |
Desde El
Burgo Ranero hasta Mansilla de las Mulas es un paseo ligeramente descendente de
20 km., que nos hacen presentarnos como un rayo en esta última población. A la
entrada hay un albergue privado con un jardín perfectamente cuidado y florido
que invita a sentarse en las mesas habilitadas en el césped. Y eso hacemos,
ocasión que aprovechamos para almorzar, esta vez sí, algo que nuestros
estómagos sean capaces de digerir mientras pedalean. Unos bocatas de pan tumaca
y unas cañitas bien frescas que nos dejan como nuevos.
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Puente Villarente |
De Mansilla a
Puente Villarente son 6 km. ligeramente ascendentes pero sin dificultad alguna.
En esta localidad merece la pena destacar el puente medieval sobre el río
Porma, cruzando este río por el nuevo puente deslizante que discurre en
paralelo al medieval, y ligeramente por debajo de éste, lo que permite
contemplar la majestuosidad de sus arcos en perspectiva.
Y en poco más
de 15 km llegamos a León, superando antes una pequeña tachuela de gravilla
suelta que nos da un calentón, para cruzar después la carretera que llevábamos a nuestra izquierda, y
continuar esta vez paralelos al margen izquierdo para adentrarnos en León por
una zona poco habilitada para el peregrino, tanto a pie como en bicicleta. Eso
sí, hay que destacar la mejoría que hemos encontrado respecto al año pasado en
cuanto a señalización. No son las típicas conchas doradas y metálicas
incrustadas en el suelo como en Pamplona, Logroño o Burgos, pero han trazado en
cada cruce la típica e inconfundible flecha amarilla. Se agradece el detalle,
ya que entrar en León puede tener su dificultad si no tienes estas referencias.
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Casa Botines |
Tras varios
km de callejear llegamos al casco histórico de León, y aparecemos justo delante
de la modernista Casa Botines, obra inconfundible de Gaudí en la plaza de San
Marcelo, para adentrarnos en la calle ancha hasta la Catedral.
Antes hemos
debido detenernos un buen rato ante la procesión del Corpus, que tenía tomado
todo el casco histórico que debemos atravesar a nuestra entrada, pero ha sido
un detalle más de festividad, colorido y religiosidad que hemos sabido
disfrutar.
A escasos 50
metros de la Catedral se encuentra nuestro hotel. Ducha
reparadora, y a tomar una cañita en la terraza frente a la “Pulchra
Leonina” tal como se conoce a la catedral, mientras contemplamos una vez más la
magia con que nos envuelve esta reliquia del gótico clásico, construida en la segunda
mitad del S. XIII.
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Catedral de León |
El gran edificio gótico que vemos actualmente reemplazó a
otro templo de estilo románico (inferior en tamaño) que se edificó junto a la
muralla en el siglo XII. Este lugar, a su vez, fue ocupado por unas termas
romanas del siglo II. Un lugar, pues, plagado de historia y vida.
Comemos, como
no podía ser menos, en el Barrio Húmedo, que como siempre estaba a rebosar.
Tras la comida, esta vez sin siesta, un paseo hasta el Hostal San Marcos (antiguo
hospital de peregrinos en la edad media hoy convertido en parador de turismo y
museo) contemplando cada fachada, cada piedra, cada rincón. Y una vez en el
Hostal, una cerveza helada en la terraza interior, donde se estaba de vicio. Antes de partir merece la pena detenerse y
disfrutar de la rica ornamentación plateresca de su fachada.
Allí nos dio
la hora de cenar, y como no era plan hacer experimentos, volvemos al Húmedo,
esta vez a cenar en la terraza, que la noche era como de verbena.
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Interior de la Catedral de León |
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