La historia
del Camino de Santiago tiene varias vertientes, una bien externa y más
extendida y otra que se adentra en las fisuras sutiles del misterio, de la
leyenda incluso.
Comenzaremos
por la historia más ortodoxa del camino para irnos adentrando poco a
poco en la vertiente más oculta, misteriosa o esotérica.
En el
Noroeste de España, en la céltica y verde Galicia, a la que los romanos
llamaron "Finis Terrae" por ser el extremo más occidental
del mundo hasta entonces conocido, cuenta la tradición que estuvo el Apóstol
Santiago, como llaman los españoles a Jacob, el hijo de Zebedeo y hermano de
Juan el Evangelista.
Cuentan las
confusas narraciones de los primeros años de la cristiandad que a él le fueron
adjudicadas las tierras españolas para predicar el Evangelio, y que en esta
tarea llegó hasta la desembocadura del río Ulla. Sin embargo
con poco éxito y escaso número de discípulos, por lo que decidió volver a
Jerusalén.
Cuando
regresó a Palestina en el año 44, fue torturado y decapitado por Herodes
Agripa, y se prohibió que fuese enterrado. Sus discípulos, en secreto, durante la noche, trasladaron su cuerpo hasta la
orilla del mar, donde encontraron una barca preparada para navegar pero sin
tripulación.
Allí
depositaron en un sepulcro de mármol el cuerpo del apóstol, que llegaría desde
Iria Flavia, la capital de la Galicia romana, tras la travesía marítima
remontando el río Ulla, hasta el puerto romano, en la costa Gallega. Enterraron
su cuerpo en un compostum o cementerio, en el cercano bosque de Liberum Donum,
donde levantaron un altar sobre el arca de mármol.
Tras las
persecuciones y prohibiciones de visitar el lugar, se olvidó la existencia del
mismo, hasta que en el año 813 el eremita Pelayo observó resplandores y oyó
cánticos en el lugar.
En base a
este suceso se llamaría al lugar Campus Stellae, o Campo de la Estrella, de
donde derivaría al actual nombre de Compostela.
Con su descubrimiento, el lugar hallado se convirtió en un centro de peregrinaje a partir del cual surge la ciudad de Compostela, “lugar sitio y alto” si se traduce de la lengua celta, “cementerio” si lo hacemos del latín, o “Campo de la Estrella”, si se traduce de la visión de Pelayo. Sea cual fuera la interpretación, Compostela está cargada de un fuerte simbolismo y misterio.
Con su descubrimiento, el lugar hallado se convirtió en un centro de peregrinaje a partir del cual surge la ciudad de Compostela, “lugar sitio y alto” si se traduce de la lengua celta, “cementerio” si lo hacemos del latín, o “Campo de la Estrella”, si se traduce de la visión de Pelayo. Sea cual fuera la interpretación, Compostela está cargada de un fuerte simbolismo y misterio.
El eremita
advirtió al obispo de Iria Flavia, Teodomiro, quien después de apartar la
maleza descubrió los restos del apóstol identificados por la inscripción en la
lápida. Informado el
Rey Alfonso II del hallazgo, acudió al lugar y proclamó al apóstol Santiago
patrono del reino, edificando allí un santuario que más tarde llegaría a ser la
Catedral.
A partir de
esta declaración oficial los milagros y apariciones se repetirían en el lugar,
dando lugar a numerosas historias y leyendas destinadas a infundir valor a los
guerreros que luchaban contra los avances del islam y a los peregrinos que poco
a poco iban trazando el Camino de Santiago.
Para entender
el significado de un hecho tan lejano, entre la leyenda y la realidad, hay
que ponerse en la situación histórica de aquellos años. En el
primer tercio del siglo IX la península ibérica se encontraba prácticamente
dominada por la invasión musulmana. Sólo unos pequeños reinos cristianos
resistían el empuje en las montañas de la Cornisa Cantábrica.
Mientras
los mahometanos unificaban sus fuerzas al grito de Mahoma, el bando cristiano
no tenía un líder carismático, una figura que representara sus ideales. En este
escenario se ha de situar la aparición del sepulcro del Apóstol. Por fin,
el bando cristiano disponía de una figura capaz de unificar la lucha contra el
enemigo común.
Pocos años
después, en el 23 de Mayo de 844, el rey Ramiro I de Asturias se enfrenta en
Clavijo, cerca de la actual Logroño, a las tropas musulmanas de Abderramán II
en clara desventaja numérica. Entre el
fragor de espadas y lanzas, el Apóstol Santiago aparece sobre un caballo blanco
repartiendo mandobles a diestro y siniestro sobre la morisma. Los
cristianos vencen contra todo pronóstico y el mito jacobeo traspasa
definitivamente los Pirineos.
Todo
Occidente se vuelve en el culto a los restos del Apóstol, haciendo suya la
responsabilidad de asegurar el paso hacia Compostela. Desde entonces, peregrinos
de toda Europa comienzan a caminar en dirección a la capital gallega.
La iglesia de
ladrillos de barro fue poco a poco convirtiéndose en una catedral de grandes
proporciones, siempre rodeando al lugar donde se encontró el arca con los
restos sagrados.
Apareció una
nueva terminología, la de peregrino, viajero a Compostela, como antes lo fue
romero, para quien visitaba Roma, o palmero, en alusión al que acudía a rezar a
Jerusalén.
Los primeros
peregrinos recurrían a viejas calzadas romanas, sobre todo a la Vía Aquitania,
que unía Burdeos con Astorga a través de Vitoria y Briviesca (Burgos).
Aprovechando
que la Reconquista desplaza la frontera con el mundo del Islam cada vez más al
sur, los reyes Sancho el Mayor de Navarra y Alfonso VI de León fundan ciudades
(Estella, Puente la Reina…) para repoblar sus nuevos territorios y abren un
nuevo camino que discurre por Pamplona, Logroño y León. Terminaría
conociéndose como Camino Francés y es el que en la actualidad utilizan los
modernos peregrinos.
En el año
1122, el Papa Calixto II instituye el Año Santo Jacobeo, aquel en el que el día
25 de Julio, festividad del Apóstol Santiago, cae en domingo. Su sucesor,
Alejandro III, dicta en 1179 en Viterbo la bula Regis Aeterna, por la que se
otorga indulgencia plenaria (perdón a todos sus pecados) a quienes visiten el
templo compostelano durante esos años santos.
Un embajador
del emir Alí Ben Yusuf narraba en el siglo XII: "Es tan grande la
multitud de peregrinos que van a Compostela y de los que vuelven, que apenas
queda libre la calzada hacia Occidente". Desde
entonces surgió el mito que lo convirtió en patrón de la reconquista.
A partir del
siglo XI Santiago ejerció una fuerte atracción sobre el cristianismo europeo y
fue centro de peregrinación multitudinaria, al que acudieron reyes, príncipes y
santos.
En los s. XII
y XIII, época en que se escribió el "Códice Calixtino"; primera guía
del peregrino, la ciudad alcanzó su máximo esplendor. El Papa Calixto II
concedió a la Iglesia Compostelana el "Jubileo Pleno del Año
Santo" y Alejandro III lo declaró perpetuo, convirtiéndose Santiago
de Compostela en Ciudad Santa junto a Jerusalén y Roma.
Menéndez
Pidal opinaba que en cierto sentido se puede considerar al caudillo
musulmán Almanzor como el gran revitalizador del Camino y quien
provocó su fama internacional. En efecto, los repetidos ataques
de Almanzor sobre los reinos cristianos españoles llegaron a
inquietar a los monjes de la abadía benedictina de Cluny, en aquel momento
el más importante centro del cristianismo europeo.
Religiosos vinculados
a Cluny elaborarán el Códice Calixtino y la Historia
Compostelana, y los reyes españoles favorecerán en todo lo posible la
constitución y proyección de una red de monasterios cluniacenses en el norte de
España y singularmente alrededor del Camino. Esa política está íntimamente
relacionada con el deseo de los monarcas españoles de romper con su aislamiento
respecto de la Cristiandad mediante lazos dinásticos, culturales y religiosos.
Muchos de los
primeros peregrinos procedían de regiones de Europa pioneras en la aportación
de novedades musicales. Partiendo algunos del norte y otros de zonas más
céntricas de Francia, habían pasado por lugares de culto, como Chartres y
Tours. Allí pudieron escuchar las melodías que todo el Occidente cristiano
consideraba el verdadero legado del papa Gregorio. Poco importaba que aquellos
que venían del norte de Italia y que habían tenido que cruzar
los Alpes y Pirineos les dijeran que en su lugar de origen el
rito litúrgico era más antiguo y venerable que ése al que ellos llamaban
romano.
Tampoco
importaba mucho que una vez adentrados en territorio hispánico, y reunidos los
peregrinos de distintas procedencias en torno a un mismo Camino, hicieran un
alto en algún monasterio riojano y allí se les hablase, no sin nostalgia, de
una liturgia que no hacía mucho era el elemento unificador frente a las huestes
de Alah que desde hacía siglos ocupaban buena parte del solar
hispano.
En esos
monasterios riojanos y castellanos aún se miraría con recelo a aquellos
caminantes que se dirigían a Campus Stellae. Precisamente siguiendo esa ruta
había entrado el principal enemigo del rito hispano. Por la ruta jacobea se
fueron contaminando las antiguas ceremonias y costumbres para que aquellos que
venían de regiones remotas pudieran entender algo del culto que escuchaban.
Tanto es así, que ante los deseos unificadores de Alfonso VI, se abolió el rito
autóctono en beneficio de la liturgia llamada romana.
El Camino,
hoy…
En la
antigüedad hubo muchos caminos a Santiago. El que hoy conocemos más, el
más popular, es el Camino Francés,
llamado así porque fue el más transitado por los caminantes que llegaban desde
Francia y también porque muchas ciudades por las que transitaban se repoblaron
con francos, extranjeros, y otros, dedicados al comercio y los trabajos
artesanos. Tiene dos entradas, una por Roncesvalles, en los Pirineos
navarros, y otra por el puerto de Somport, en Huesca. Ambos ramales se
unen en la localidad navarra de Puente la Reina donde "todos los caminos a
Santiago se convierten en uno solo".
El Camino
de Santiago es una ruta que recorren los peregrinos procedentes
de toda España y de toda Europa para llegar a la ciudad
de Santiago de Compostela, donde se veneran las reliquias del
apóstol Santiago el Mayor. Durante toda la Edad Media fue muy concurrido,
después fue ligeramente olvidado y en la época actual ha vuelto a tomar un gran
auge. El Camino de Santiago ha sido declarado por
la Unesco Patrimonio de la Humanidad; Itinerario Cultural
Europeo por el Consejo de Europa y ha recibido el título honorífico
de Calle Mayor de Europa.
Historia
“oculta” del Camino
Sin embargo,
parece que en el caso de Compostela la “ruta” empezó antes, mucho
antes.
Algunos expertos defienden que la ruta compostelana es muy anterior a la posible presencia, casi inverosímil, del apóstol Santiago en estas tierras. Fue una ruta “hermética”, en la que los peregrinos se guiaban siguiendo el curso de la Vía Láctea. De ahí el término “compostela”, “campo-de-las-estrellas”.
Algunos expertos defienden que la ruta compostelana es muy anterior a la posible presencia, casi inverosímil, del apóstol Santiago en estas tierras. Fue una ruta “hermética”, en la que los peregrinos se guiaban siguiendo el curso de la Vía Láctea. De ahí el término “compostela”, “campo-de-las-estrellas”.
En cualquier
caso, en algún hecho histórico se tuvieron que basar quienes lo trazaron en
aquellas fechas medievales. Sabemos que ya en la época paleocristiana, los
discípulos de Prisciliano recorrieron esa ruta portando el cadáver de su
Maestro.
Este
misterioso personaje, Prisciliano, nació en el año 349 y por aquel
entonces Galicia era un mítico lugar de ancestrales cultos celtas, donde se
decía que se realizaba una peregrinación de los druidas del
continente y era la última etapa de su iniciación antes de llegar a los
confines del Finisterrae.
Casi nada se
puede afirmar, si fueron los seguidores quienes trazaron la ruta jacobea, o ésta
ya era un itinerario druida anterior, si los restos que hoy se
atribuyen a Santiago Apóstol son los de Prisciliano, si los Cátaros o
los Templarios que surgieron años después defendían los mismos
intereses y creencias que no pocos gnósticos (1).
Dolmen en Laguardia |
Después de
todo lo comentado, no nos queda otra que decir que cuando hablamos de la Ruta
Jacobea hay que hacerlo desde diferentes planos: espiritual, social,
geográfico, económico, cultural, monumental… Dicho de otro modo, viajeros, no
existe un solo “Camino”.
En cualquier
caso, cada cual debe creer lo que su intuición, sus creencias o preferencias le
dicten. Nos encontramos ante un sendero sin duda enmarcado en un halo muy
especial.
Sea cual fuere el móvil que nos lleva a cada uno a realizar este
peregrinaje, sería bueno hacerlo abiertos, dúctiles a lo que el camino tiene a
bien ofrecernos a cada uno.
- El gnosticismo es un conjunto de corrientes sincréticas filosófico-religiosas que llegaron a mimetizarse con el cristianismo en los tres primeros siglos de nuestra era, convirtiéndose finalmente en un pensamiento declarado herético después de una etapa de cierto prestigio entre los intelectuales cristianos. En efecto, puede hablarse de un gnosticismo pagano y de un gnosticismo cristiano, aunque el más significativo pensamiento gnóstico se alcanzó como rama heterodoxa del cristianismo primitivo. Según esta doctrina los iniciados no se salvan por la fe en el perdón gracias al sacrificio de Cristo, sino que se salvan mediante la gnosis, o conocimiento introspectivo de lo divino, que es un conocimiento superior a la fe. Ni la sola fe, ni la muerte de Cristo, bastan para salvarse. El ser humano es autónomo para salvarse a sí mismo. El gnosticismo es una mística secreta de la salvación. Se mezclan sincréticamente creencias orientalistas e ideas de la filosofía griega, principalmente platónica. Es una creencia dualista: el bien frente al mal, el espíritu frente a la materia, el ser supremo frente al Demiurgo, el espíritu frente al cuerpo y el alma.
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